La joven cubana Anna Sofía Benítez Silvente, graduada de Técnico Superior en Prótesis Estomatológica, vuelve a exponer la dura realidad que vive el pueblo cubano a través de un performance audiovisual que, en pocas horas, se ha vuelto viral en redes sociales.
El video, de menos de tres minutos de duración, expone las profundas contradicciones entre el discurso oficial y la vida cotidiana de millones de cubanos. En él, la creadora de contenido Benítez Silvente, utiliza el arte para evidenciar la brecha entre quienes exigen “resistencia” desde la comodidad y un pueblo sumido en el hambre, la miseria, los apagones y la censura.
El audiovisual fue acompañado por “Isaías 10:1-2”, una cita bíblica que dice: “Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo”.
Benítez Silvente interpreta a un dirigente que devora un muslo de pollo mientras habla de sacrificio y “resistir creativamente”, en contraste con un pueblo silenciado, sumido en el apagón, representado con una vela encendida y la boca amordazada, una imagen que alude a las consecuencias de expresarse libremente.
Desde esa posición de poder, el dirigente reconoce la falta de alimentos y los apagones, pero los reduce a molestias pasajeras y propone soluciones triviales frente al hambre, como “hacer una limonada para refrescar”, mientras recuerda que “el limón es la base de todo”, una frase pronunciada por Díaz-Canel.
El personaje continúa reproduciendo consignas oficiales para justificar la crisis, al tiempo que sigue comiendo, acentuando el contraste entre el discurso que exige sacrificio y los privilegios de quienes lo emiten.
En un momento, el dirigente arroja el hueso del pollo. En la penumbra, uno de los personajes que representa al pueblo, se inclina, lo recoge y se lo lleva a la boca. La escena se acompaña de una cita de José Martí, tomada del texto La futura esclavitud (1884): “De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado”.
El dirigente remata su discurso con una referencia al control y las denuncias en las plataformas digitales, aludiendo a una frase pronunciada por Díaz-Canel: “No se quejen, porque les vamos a tumbar las plataformas digitales. Que digan que censuramos, aquí todo el mundo censura”.
Tras esa advertencia, quien representa al pueblo se retira la mordaza de la boca en un intento de protesta y desaparece de la escena. Al ver lo ocurrido, otra figura del pueblo se venda los ojos.
El video concluye entonces con un mensaje directo, donde se lee: “El silencio te hace cómplice. Muchos se han ido por la causa, pero aún hay esperanza… Libertad”.
De inmediato, miles de internautas aplaudieron la valentía de Anna Sofía Benítez Silvente por atreverse a mostrar, desde el arte, una realidad que muchos reconocen como propia, pero pocos se sienten seguros de expresar públicamente.
Entre los comentarios más repetidos destacan los elogios a su ingenio, coraje y capacidad para condensar en pocos minutos el sentir colectivo de una sociedad marcada por el silencio forzado. “Si hay un espejo tan fiel de la realidad cubana, es este performance que has hecho. Aplaudo tu ingenio y tu valentía”, escribió un usuario.
Otros resaltaron la dimensión simbólica de la pieza: “Una Mariana Grajales moderna en pleno 2025”, “muy buen contenido, muy épico”, “el video habla por sí solo y por todos los que callamos”.
No faltaron los mensajes de apoyo personal y protección ante las posibles consecuencias de su exposición pública. “Niña, eres muy valiente. Estás expresando lo que la inmensa mayoría siente, pero teme. Que Dios te bendiga y te cuide de quienes no permiten tanta expresión de la realidad”, señaló otra internauta.
Algunos comentarios fueron más emotivos y reflexivos, destacando el impacto emocional de la obra: “Es hermoso la forma tan creativa que encontraste para expresar el sentir de todo un pueblo. Libertad para Cuba, donde el silencio y la oscuridad se han vuelto lo cotidiano”.
Otros subrayaron que su voz representa a quienes han sido obligados a callar: “Gracias por alzar la voz entre tanto silencio”.
En conjunto, las reacciones muestran cómo este performance logró tocar una fibra sensible en miles de personas, convirtiéndose no solo en un video viral, sino en un acto de denuncia y empatía colectiva, donde el arte funciona como canal para expresar lo que durante años ha sido reprimido.