El cubano Martín Guzmán Fernández, quien residía en La Habana, arribó el pasado sábado 14 de mayo a Estados Unidos, luego de 78 días de largo periplo que se inició en Nicaragua.
Su hijo Ernesto declaró a la plataforma independiente 14ymedio que su padre cruzó por Arizona el pasado domingo y fue detenido por los agentes de inmigración, junto a otros tres antillanos que le acompañaban.
Al día siguiente, fue liberado del centro de detención para migrantes. “Estuvo menos de 24 horas y lo han tratado muy bien”, señaló su hijo mientras se dirigía a recogerlo para que se reuniera con el resto de sus familiares radicados en Estados Unidos.
“Mi padre es parte de una de las generaciones perdidas, de cuando triunfó la revolución. Engañado como muchos”, precisó Ernesto.
Según su hijo, Guzmán permanecía trabajando a sus 82 años en el Ministerio de la Construcción porque la jubilación no le alcanzaba: “Mi padre es diabético y tiene problemas en una vena. Le dio un infarto”.
De igual manera, Ernesto denuncia que su padre realizaba largas colas en la farmacia desde horas de la madrugada y cuando le tocaba comprar le decían que no había medicamentos. Una odisea similar sufría para comprar los alimentos.
Guzmán temía no volver a ver a sus hijos y nietos en Estados Unidos, por lo cual decidió emprender el largo recorrido, iniciado el pasado 26 de febrero por vía aérea hacia Nicaragua, desde donde viajó a Tegucigalpa, la capital hondureña y de ahí a Guatemala, para luego viajar a Tapachula, en el estado mexicano de Chiapas.
La desesperación comenzó a dominarlo en este último lugar, según su hijo, donde permaneció durante 25 días a la espera de una visa humanitaria y ocho días después inició un largo trayecto de 3500 kilómetros en ómnibus, hasta la frontera con Arizona.
Ernesto partió de la isla hace 5 años y según precisa, la emigración de su familia se inició en el año 2012, cuando sus dos hijos partieron hacia Estados Unidos, y después le siguieron él y su esposa. Antes de llegar a suelo norteamericano, instaló en Panamá una reparadora de vehículos. “Compraba autos chocados liberados por el seguro, los arreglábamos, se pintaban y los vendíamos”, explicó.