Camila Acosta: “Han aprovechado las diferencias políticas para acentuar la división en mi familia”

La periodista independiente cubana Camila Acosta denunció a través de las redes sociales que la Seguridad del Estado está intentando utilizar a parte de su familia para desacreditarla.

Camila explicó que la Seguridad del Estado divulgó un video de un acto que organizaron para sus abuelos en la Isla de la Juventud y en el que ambos se manifiestan a favor del gobierno cubano, una acción que busca presentarla como parte de una familia revolucionaria.

Sin embargo, la joven dijo que efectivamente, en su familia hay muchas personas que apoyan al gobierno, sobre todo su abuelo que luchó en la clandestinidad contra Batista, pero que ese video lo grabaron sin su consentimiento porque en la actualidad está enfermo.

Además, comentó que, como muchas familias, creció siguiendo las doctrinas del comunismo, pero que poco a poco comenzó a darse cuenta de la necesidad de luchar por la libertad de Cuba.

Por último, dijo que la postura de sus abuelos no hará que sienta menos amor por ellos y que sabe que la Seguridad del Estado intenta usar eso para que su familia se ponga en su contra y forzarla a marcharse del país.

A continuación, reproducimos íntegramente las palabras de Camila Acosta:

Quienes aparecen en este video, los homenajeados, son mis abuelos maternos: Carmen Pilar Morales Miranda y Julio Emilio Rodríguez Mateu. Ambos viven actualmente en la Isla de la Juventud, lugar en el que nací.

La Seguridad del Estado cubana ha compartido este video supuestamente para atacarme, y quizás con ello crear dudas entre la oposición sobre mi disidencia al régimen totalitario cubano. Con esta vil actitud solo demuestran, una vez más, lo bajos e ineptos que son muchos de los que defienden este sistema. Utilizan a dos ancianos, uno de ellos (mi abuelo) con graves enfermedades que por momentos le impiden la lucidez, para así atacar a su nieta, minar la credibilidad de su nieta: una simple periodista que la propia represión de los órganos represivos cubanos ha llevado a radicalizarse. Estoy segura de que mis abuelos no saben nada de este video, ni de lo que pretendían con él.

Con este material, la Seguridad del Estado ha demostrado que no respeta ni a los propios partidarios del sistema político cubano vigente. Mi abuelo muchas veces ha estado en estado crítico de salud y el gobierno no se ha preocupado por él. Si no fuera por el apoyo de otros miembros de la familia, vivieran en la miseria, pues a ninguno de los dos les alcanza la pensión de su jubilación ni siquiera para subsistir. Los ancianos de este país no necesitan diplomas, sino alimentos y medicinas. Pero este es ya otro tema.

Para nadie es un secreto que mis abuelos son defensores de este gobierno, siempre lo han sido; quienes me conocen lo saben y yo misma lo he comentado con varios amigos. Mi abuelo fue combatiente de la lucha clandestina contra el dictador Fulgencio Batista, en los años 50 del siglo XX. Y eso me enorgullece. Luego, como miles de familias en el país, optaron por un camino diferente: apoyar a otra dictadura. A millones les sucedió lo mismo, la mayoría sin siquiera percatarse de lo que estaban haciendo.

En esta familia, revolucionaria familia, yo me formé y crecí: amparada en ideales revolucionarios y fidelistas. Ello formó parte del adoctrinamiento a que nos someten a los cubanos desde que nacemos, tanto en la escuela como en la casa. Fue más tarde, ya en mi etapa universitaria y profesional, por mis constantes lecturas de superación y por la propia realidad cubana, que comencé a desprenderme de esa ideología impuesta, hasta llegar a convertirme en una disidente frontal a la dictadura en Cuba.

Recuerdo ahora que, hace alrededor de un año, a mi padre la Seguridad del Estado cubana lo interceptó en el aeropuerto José Martí, de La Habana, cuando arribaba procedente de la Isla de la Juventud. Durante más de media hora lo interrogaron y amenazaron, en un cuarto pequeño del mismo aeropuerto.

Su intención era mostrarle las herramientas represivas para que mi padre influyera en mí, me hiciera recapacitar y me convenciera de abandonar el país. Eso, abandonar el país, así se librarían de esta joven incómoda y rebelde a la que no pudieron convencer de colaborar con ellos. Mi padre es un guajiro de pocos estudios, pero de una inteligencia natural; les respondió con una frase que me parece excelente y que, según me contó luego, dejó a esos sicarios sin palabras: se las puse en sus manos desde que nació, fue a sus mejores escuelas, su mejor universidad y la culpa de lo que ella está haciendo es mía. No, revísense ustedes, porque algo mal están haciendo.

Mi padre, Orlando Acosta González, nunca se ha involucrado en política, sabe que por muchos años eso en Cuba ha traído demasiado dolor; un dolor que sufrió su padre, mi abuelo, Manuel Acosta García, y su padre, Juan, mi bisabuelo. Ambos, padre e hijo, fueron desalojados y desterrados de la provincia de Matanzas en los años 60, del pasado siglo, por apoyar a los alzados en El Escambray. Escaparon de la muerte, pero el dolor del destierro a la Isla de la Juventud lo arrastraron toda su vida.

Esta es mi familia y no la escondo. Unos, revolucionarios y fidelistas, otros, contrarrevolucionarios o gusanos. Una familia también dividida por el exilio, como miles de familias cubanas. Yo me enorgullezco de esta familia. Me inculcaron valores humanos más allá de la ideología. En este video, mis abuelos maternos expresan su posición política y yo la respeto; no por eso dejaré de amarlos. La familia está por encima de ideologías.

Esa es la Cuba que yo ansío, una Cuba plural, en la que podamos sentarnos a la mesa todos: los de izquierda, los de centro, y los de derecha, comunistas y anticomunistas, pero que nada de eso importe porque somos familia. El odio divide, pero el amor nos une.

Mis abuelos maternos no son los únicos partidarios de este sistema. También en mi familia hay otros revolucionarios o militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC). Esos, debido al accionar de la dictadura, de su represión hacia mí, han ido abriendo los ojos.

Las diferencias generacionales son una constante histórica en Cuba y el mundo. Mis abuelos y padres vivieron su tiempo y defendieron lo que creyeron justo; yo estoy haciendo lo mismo, en mi tiempo, mis hijos y nietos harán lo mismo, en su tiempo.

Los oficiales del MININT incluso han aprovechado esas diferencias políticas para acentuar la división en mi familia, y hoy, con inmenso dolor, reconozco que con algunos lo han logrado. Pero eso solo me ha hecho más fuerte, me ha hecho convencerme aún más de la necesidad de un cambio en Cuba.

Mi lucha, la de lograr una Cuba libre y plural, es por las generaciones pasadas, las presentes y las que están por venir. Mi abrazo desde la distancia a mis abuelos, a mis antepasados, a los que están y a los que me acompañan en espíritu.