El bombero habanero Juan Carlos López González, quien resultó herido en el incendio de la Base de Supertanqueros de Matanzas, ofreció su testimonio al Canal Habana.
López González, padre de cuatro hijos, quien se desempeña como jefe de compañía del Comando A de la Estación de Bombero Centro Habana-Habana Vieja, participó anteriormente en las labores tras el accidente aéreo ocurrido en La Habana el 18 mayo de 2018, en el tornado que afectó a la capital en enero de 2019 y en la tragedia del Hotel Saratoga en mayo del presente año.
“No hay precedente alguno de que en Cuba haya habido un fuego como este. Realmente esto para mí ha sido lo peor que he vivido como bombero”, señaló.
“Desde que me enteré de que habían compañeros míos del comando que habían salido para allá (Matanzas), empecé a llamar a mis jefes para preguntarles por qué no me habían llamado, que yo hubiese salido con ellos, y la respuesta fue que no me habían llamado porque yo tenía una niña pequeña y que no hacía falta que yo fuera”, contó Juan Carlos.
Según relata, logró convencer a su esposa, quien no quería que él fuera a este incendio porque no lo habían solicitado. Se dirigió hacia el comando y allí se unió a otro bombero que partió hacia el lugar del siniestro en su carro particular.
Sobre la potente detonación que tuvo lugar alrededor de las 5 de la madrugada del sábado 6 de agosto, indicó: “Yo realmente no vi la explosión porque estaba de espalda, lo que sí vi que se alumbró eso como si fuera pleno día, una iluminación tremenda y un golpe de calor que nos chocó en la espalda y yo sentía que lo que tenía era un soplete puesto ahí”.
Al mirar hacia atrás pudo ver cómo el combustible derramado se les acercaba y la orden fue abandonar el lugar inmediatamente: “Eso era como una lava que venía hacia nosotros, a diferencia que la lava se demora y eso venía a una velocidad que en menos de 15 segundos arrasó con todo lo que estaba a su alrededor”.
Juan Carlos quedó inconsciente y fue trasladado por bomberos de Matanzas para recibir atención médica. Al llegar al hospital le quitaron prácticamente toda su ropa para realizarle las curas, pero tenía gran incertidumbre, pues al intentar comunicarse con su esposa para avisarle que había logrado salir con vida del lugar, esta no le respondía su llamada.
A pesar de las quemaduras de segundo grado que presenta en su cuerpo, las imágenes que no salen de su mente causan mayor dolor: “No creo que algún día pueda olvidar lo que pasé ahí, porque más que el dolor de las quemaduras que pueda tener ahora mismo, me duele que todavía hay compañeros míos que están desaparecidos, y más que compañero, tengo un hermano que no aparece. Es complicado nosotros mismos tener que despedir así a un hermano, son cosas difíciles”.