Activista cubano que se autoagredió: “Fue la única forma que encontré para salir de ese ambiente incómodo”

Raúl Soublett, el activista cubano que se autoagredió durante un interrogatorio de la Seguridad del Estado, compartió en las redes sociales un texto donde relató todo lo que sucedió ese día.

Soublett que es fundador de la Alianza Afrocubana, contó que lo citaron en el Cine Acapulco y que recibió todo tipo de amenazas de parte de los agentes que lo estaban interrogando, al punto que se puso muy nervioso.

El joven dijo que lo amenazaron con acusarlo de ser financiado por “organizaciones o personas que reciben dinero de la NED, y que se relaciona con personas que igualmente son financiadas para la subversión en Cuba”.

“Ellos no esperaban que yo reaccionara a su hostilidad de esa forma. Pedí que me dejarán tranquilo, en paz. Mi respiración se fue entrecortando, mi corazón iba a millón, temblaba, agarré una copa llena de agua y sin pensarlo, sin identificar en ese momento lo que estaba agarrando, lo incrusté contra mi cabeza. No sentí dolor. Me aceleré y quise agarrar todo lo que había cerca. Destruí las copas, la mesa, su teléfono, tenía el diablo en mi cuerpo. Ese diablo iba contra mí mismo. Ese diablo lo trajeron ellos. No puedo evitar que aún me corran lágrimas. Trato de estar tranquilo, pero me duele mucho y cuando me miro al espejo vuelvo a recordar ese episodio”, expresó.

A partir de ese momento el interrogatorio cambió, pues los agentes le aconsejaron que contara que había sido un accidente, algo que no aceptó, pues considera que reaccionó de esa forma por la manera en lo que lo presionaron.

A continuación, reproducimos íntegramente el testimonio de Raúl Soublett:

No hay castigos sin consecuencias. Me castigan por no seguir sus líneas, por tener vínculos con hermosas personas que ellos consideran un peligro. Me castigan por ser la pareja de un periodista independiente. Me castigan por el activismo que hago, por mi forma de pensar. La única forma de liberarme de ese castigo es colaborar, pero no. Ellos no me dejaron otra opción. Me mostraron dos caminos de los cuales ninguno escogí. Yo mismo decidí el camino que iba a coger.  Me autoagredí, fue la única forma que encontré para salir de ese ambiente incómodo, tan indeseable.

Fui citado para el Cine Acapulco a las 9:00 am, en la noche a través de una llamada telefónica. Al llegar a ese sitio fui trasladado a una de sus casas. La escenografía aparentaba un ambiente relajador, tranquilo, pero no, era todo lo contrario, era un ambiente tenso. El interrogatorio fue subiendo de tono a medida que no decía lo que ellos querían escuchar. No faltaron las acusaciones de que mi activismo está siendo financiado por organizaciones o personas que reciben dinero de la NED, y que me relaciono con personas que igualmente son financiadas para la subversión en Cuba.

Tantos chantajes, amenazas contra mi madre, mi pareja, mi centro de trabajo, con mi carrera universitaria, con darme un tratamiento especial el cual iba ir viendo una vez que saliera de ese lugar; todo fue insoportable. Ejercieron tanta presión contra mí que la única vía que encontré fue autoagredirme para salir de ese lugar, para dar por terminado el interrogatorio. Reitero que fui yo quien me autoagredí, pero ellos me llevaron a ese extremo donde la desesperación y el miedo me hicieron cometer algo que en mi sano juicio jamás haría. Nunca he intentado atentar contra mi vida, contra mi cuerpo, ni mucho menos eso que ocurrió fue premeditado como ellos me dijeron. Ese castigo al cual fui sometido, tuvo sus consecuencias.

Desde que tengo uso de razón he vivido cosas muy dolorosas. No voy a negar que alguna vez haya pensado en morirme porque es normal, es natural que en medio de una situación que puede ser la pérdida de un ser querido, un problema de salud, uno lo piense, pero de ahí hacerlo es otra cosa.

Ellos no esperaban que yo reaccionara a su hostilidad de esa forma. Pedí que me dejarán tranquilo, en paz. Mi respiración se fue entrecortando, mi corazón iba a millón, temblaba, agarré una copa llena de agua y sin pensarlo, sin identificar en ese momento lo que estaba agarrando, lo incrusté contra mi cabeza. No sentí dolor. Me aceleré y quise agarrar todo lo que había cerca. Destruí las copas, la mesa, su teléfono, tenía el diablo en mi cuerpo. Ese diablo iba contra mí mismo. Ese diablo lo trajeron ellos. No puedo evitar que aún me corran lágrimas. Trato de estar tranquilo, pero me duele mucho y cuando me miro al espejo vuelvo a recordar ese episodio.

Un cuerpo médico me atendió. Me cocieron la herida y cuando ya estaba más calmado nuevamente fui presionado para que no dijera lo que en ese lugar había ocurrido. Me devolvieron mis pertenencias. Llamé a Héctor Luis Valdés porque ellos me dijeron que lo hiciera ya que él estaba comunicando en Facebook que algo estaba pasando conmigo. Sugirieron que dijera que había sido golpeado accidentalmente con una piedra, que me había caído y cosas así. Pensaron en dejarme en un policlínico y montar todo un show, todo para que no se supiera lo que realmente había ocurrido, porque según ellos yo iba a ser el único perjudicado porque ellos iban a responder con evidencias y a la larga todo esto se iba a virar contra mí.

Al llegar a la casa trato de ser lo más coherente posible. Con la sonrisa que me caracteriza, aunque fingida. Mis ojos que mostraba que había llorado mucho y que aún tenía deseos de llorar. Le cuento a Héctor que fue en un parque donde se encontraba unos niños jugando y una piedra fue a parar a mi cabeza. Cuento que obviamente no creyó, insistió en que le dijera la verdad y tuve que contarle todo.

Ahora estoy más tranquilo, pero mi cabeza es todo un lío. Estoy muy preocupado, el miedo es inevitable pero decidido a seguir adelante, a no callarme y denunciar cada atropello, cada violación. Voy a llegar hasta donde tenga que llegar. Exijo que pare este tipo de atropellos contra la sociedad civil. No somos delincuentes, ni terroristas, ni asesinos. Somos personas, cubanos que luchan por vivir en paz, por tener un país mejor. Seguiré siendo ese Raúl que muchas de las personas que estén leyendo este post conoce, pero un Raúl más fortalecido.

Paren de seguir usando esos métodos de intimidación y chantajes. Cada una de esas acciones dejan huellas imborrables, provocan severos daños y recuerden que no hay castigo sin consecuencias. Quiero agradecer a todas las personas que se han preocupado por mí, por estar atentos y mostrar apoyo a través de las redes sociales, llamadas, mensajes de texto, por llegarse a mi casa. A todos, un fuerte abrazo. Agradecer a los medios independientes como CubaNet Noticias, ADN Cuba, Tremenda Nota por el respeto y la claridad con que denunciaron el hecho.