Médico cubano Manuel Guerra llega a Estados Unidos

El médico holguinero Manuel Guerra, anunció en horas de la mañana de este sábado 19 de marzo su llegada a Estados Unidos, una semana después de dar a conocer que había abandonado la isla.

A través de sus redes sociales, el galeno, devenido activista político, escribió: “A Dios gracias, llegamos. Noche fría, trayecto más que complejo y el desierto de Arizona, que para colmo asedia nuestra integridad física, mas no nos importa. El aire que se respira tiene aroma a libertad”.

En la sección de comentarios, añadió: “Gracias a todos los que estuvieron al tanto. Esperemos llevar estos aires a nuestra nación. ¡Viva Cuba Libre!”.

De inmediato los seguidores del médico reaccionaron a su mensaje: “Muchísimas felicidades, qué noticia tan buena. Muchos éxitos en todo lo que te propongas” … “Qué bueno mi niño, gracias a Dios todo salió bien, bienvenido a la libertad” … “Excelente noticia, me alegro mucho hermano, y sí, esperemos que esos aires puedan respirarse en nuestra Cuba muy pronto. Bendiciones mi hermanito” … “Miles de bendiciones doctor. La perseverancia es el camino al éxito, usted es grande entre los grandes. ¡Viva Cuba Libre!” … “Dios te bendiga y te dé prosperidad en tus nuevas metas y te proteja de tanto mal. A veces la vida nos da enseñanzas que nosotros no comprendemos para mejorar nuestra vida y tú eres nuestro guerrero, que has luchado por tu ideología y ten en cuenta que tú nunca vas a perder, a ti te pierden. Dios te bendiga, te queremos mucho”.

Como parte del asedio y el hostigamiento al que fue sometido por parte del régimen, Guerra fue expulsado el pasado mes de octubre de su centro de trabajo en el Hospital “Nicodemus Regalado” del reparto Buenaventura, perteneciente al municipio holguinero de Calixto García.

El pasado 12 de marzo, Manuel Guerra dio a conocer que no se encontraba en la isla. El mensaje del doctor es reproducido íntegramente a continuación:

“Decidí hacer este post, pues desde hace algunos días he estado recibiendo mensajes, la gran mayoría de aliento y apoyo, sin embargo, otros distan demasiado de los primeros.

En estos momentos no me encuentro en mi patria, con dolor en mis entrañas tuve que partir y separarme de la madre que me dió a luz y amo con todas mis fuerzas. Me separé de parte de mi familia, amistades (las pocas que quedan en Cuba), de recuerdos, de mi historia, de una nación que sufre y de un pueblo oprimido que ha preferido someterse a un régimen totalitario a cambio de 3 libras de arroz, 1 de azúcar, media de frijoles y cierto grado mezquino de ‘pseudopaz’.

Quien piense que emigrar es sencillo, le recomiendo que le dé dos vueltas al asunto.

En octubre del pasado año fui detenido mientras me dirigía con mi esposa en la motorina a mi centro de trabajo, en el municipio Calixto García. Ilógicamente el oficial que me detiene, me explica que no podía pasar el punto de control pues incurría en el delito de propagación de epidemias, lo que refuté alegando que era algo irracional, pues todos los días hacía el mismo recorrido en el transporte obrero para atender a mis pacientes, además, estaba dejando transitar a todos los vehículos a través de dicho punto sin percance alguno.

Luego de algunas consultas que el oficial realizara a través de su teléfono, hizo que mi esposa, quien apenas sabía conducir la moto, retornase sola a Holguín (estábamos a más de 20 km de casa en plena carretera central). Ahí tuvimos nuestra disputa, cargada de respeto por mi parte, mas no así por la suya, él mismo me tuteaba cual si fuésemos parientes y una vez que me ocuparon el teléfono, su posición se tornó realmente hostil.

Terminé siendo esposado y trasladado al departamento de instrucción penal, acusado por el delito de desacato, no sin antes recibir amenazas del tipo: ‘tengo unas ganas de arrancarte los dientes de un piñazo por contrarrevolucionario’, ‘la vas a pasar mal, mediquito’; mostrando nulo respeto hacia un ciudadano aherrojado en ese entonces.

Llegando a instrucción me planté, no probé bocado alguno de aquella descarnada e inhumana comida que a migajas me ofrecían. En la tarde del día siguiente fui liberado y como medida cautelar tenía que firmar todos los lunes hasta el día del juicio, donde aún sabiendo que no había cometido delito alguno, era conocida de antemano la punibilidad en mi sentencia.

A los días de este suceso, en mi centro laboral, el jefe de salud municipal y para nada ético, Dr. Geovani Castellanos, por enésima vez me plantea la idea de abandonar el país, la cual negué rotundamente, trayendo consigo que fuese separado, tras incómodas palabras, del hospital donde llevaba casi tres años trabajando con excelentes resultados laborales, un colectivo excepcional y pacientes que, en muchos casos, ya veía como familia. Pasé de estar regulado migratoriamente por el MINSAP (como lo muestro en el post), a ser un hereje en mi profesión.

El juicio era inminente en ese entonces, la presión ejercida por los organismos de la Seguridad del Estado era nociva y constante. Con la torpeza que los caracteriza, me hicieron comprender que el Decreto Ley 370 estaba vigente y que podía ser un agravante en el ‘proceso investigativo’ que se estaba llevando a cabo; en otras palabras: ‘calladito te ves más bonito’.

No sería la primera vez que un inocente terminaría tras las rejas, de ejemplo tenemos a Luis Robles, LMOA, Osorbo, Ferrer y un sin número de presos de conciencia que ya rebasan el millar. Uno de esos lunes en los que tenía que ir a plasmar mi rúbrica en la estación 3ra de la PNR, me esperaban algunos oficiales de alto rango en la provincia, de nuevo me hacen valorar la idea de abandonar el país, pero ya esta vez había una cárcel de por medio, un futuro tronchado, una impotencia desmesurada que me cegaba y por qué no decirlo, un temor enorme que quebraba mi alma, no tanto de pasar un año en prisión, sino de que no sirviera de nada.

Los que abogamos por el respeto a los derechos humanos y ciudadanos de todos los cubanos desde dentro de la isla, siempre supimos a qué nos estábamos enfrentando. Hemos tenido claro que ser opositor al régimen no es para nada un juego, sino un peligro potencial que atenta contra la integridad personal y familiar de todo aquel que manifiesta su descontento con la dictadura, evidencias sobran al respecto.

Cuando salí de instrucción penal y llegué a casa, no me encontré con ese pueblo por el cual realizaba mis reclamos, la vida seguía igual en todos los sentidos, exceptuando la de mi esposa, madre, amigos y familia que estaban sumamente preocupados por el rumbo que estaba tomando mi vida, algo lógico, de médico a convicto hay un tramo que la Seguridad del Estado estaba omitiendo con total impunidad.

Ver a mi madre desconsolada, arrodillada ante mí pidiéndome atenuara mi posición contra el gobierno, diciendo que me prefería lejos antes que preso, es una engorrosa imagen que no se borrará fácilmente de mis recuerdos, y si les soy sincero, desde ese mismo día tomé mi decisión.

Cuba duele y la paupérrima situación en la isla nos compete y afecta a todos los cubanos, así estemos dentro o fuera del territorio nacional, no a la minoría que lo manifiesta. En nuestro archipiélago impera un régimen autoritario y totalitario, con caracteres fascistoides que utiliza a los ciudadanos cual si piezas de un juego de ajedrez.

Nuestra isla no está al borde del colapso por el dictador que nos avasalla, sino por el pueblo sumiso que obedece y ha concebido el irrespeto a sus derechos y la miseria que nos rodea, como parte de la cotidianidad del cubano. ¡CRASO ERROR!

La gran mayoría de nuestros coterráneos está en desacuerdo con el sistema, es el terrorismo de estado desplegado por el desgobierno, quien mantiene en silencio el reclamo de nuestros hermanos. Si tan solo una décima parte de nuestra población adoptara la posición de Saily González, Yahima Díaz, Daniel Triana, Leo Fernández; de mis coterráneos Miguel y Zulema, o de mis dignos colegas Alexander Raúl, Alexander Figueredo, Noeima, Yoan, entre otros muchos valerosos hermanos de lucha, el futuro de nuestra tierra fuera majestuoso.

En Cuba ya era libre de mente, hoy, que aún sin llegar a mi destino ya me siento libre en cuerpo y alma, no logro dejar de pensar en el porvenir de mi nación, en el mañana de mis hermanos.

La oposición debe reestructurarse, debemos valorar un cambio radical en los métodos de lucha que estamos utilizando, pues algo es evidente, el exilio y la cárcel jamás van a cambiar el status social y político en nuestra nación.

A todos los que me han apoyado en mi decisión les agradezco de todo corazón, si algún hater tiene algún resentimiento al respecto, pues en Cuba quedó mi plaza libre, le dono mi libreta de abastecimiento, mi desempleo y los agentes del DSE que tenía asignados para que vaya hasta la isla y muestre cómo es que se hace.

Quien de veras anhela la libertad para nuestra tierra, reprime sus diferencias con otros que deseamos lo mismo y juntos buscamos el camino correcto. Es necesario la creación de tejido social e implantar la democracia, no el surgimiento de disidentes que cual reguetoneros se andan tirando unos a otros. El caudillismo y el regionalismo han sido causas de fracaso desde las gestas independentistas del siglo XIX.

No me fui de Cuba ni ella de mí, ahora, por el momento, vivo un poco más lejos, pero mi pensamiento permanece en mi tierra, en mis raíces. ¡Por una Cuba inclusiva, plural y Democrática! ¡Viva Cuba libre!”.