Alfred Bourgeois, un hombre residente en Luisiana que había sido condenado a muerte por abusar y asesinar a su hija de solo dos años en el año 2002, fue ejecutado el pasado viernes en la prisión federal Terre Haute en Indiana.
Bourgeois de 56 años, fue condenado a la pena de muerte en el año 2004 cuando un jurado de Texas lo encontró culpable de torturar a su hija y de acabar con la vida de la menor, estampando su cabeza contra la ventanilla de un camión.
Aunque la pequeña Jakaren Harrison, fue trasladada a un hospital con vida, murió al día siguiente por daño cerebral.
La sentencia se llevó a cabo por inyección letal y el prisionero fue declarado muerto a las 8:21 pm a pesar de que sus abogados intentaron detener la ejecución alegando que tenía un coeficiente intelectual extremadamente bajo, lo que lo convertía en discapacitado.
Mientras se llevaba a cabo el procedimiento de colocarle la inyección letal, Bourgeois no mostró ningún síntoma de arrepentimiento y declaró antes de ser ejecutado que no había cometido el crimen y que habían fabricado pruebas en su contra.
“Le pido a Dios que perdone a todos los que conspiraron y conspiraron contra mí y colocaron pruebas falsas. Yo no cometí este crimen”, expresó.
Sin embargo, poco después de que fuera declarado muerto, la familia emitió un comunicado en el cual aseguraron que era un “monstruo”.
Según la agencia EFE, esta ejecución fue la decimoséptima del año en Estados Unidos, diez federales y siete estatales.
El pasado jueves otro prisionero identificado como Brandon Bernard, de 40 años, también acudió al pabellón de la muerte y han programado otras tres ejecuciones en enero.