El periodista independiente Hector Luis Valdés Cocho, realizó una denuncia por medio de la red social Facebook en la que relata los acontecimiento que sufrió a manos de la policía política de la isla.
En un estado de indefensión total fue desnudado contra su voluntad y mientras se encontraba en una celda, comenta que dos hombres fueron ingresados en el lugar donde él estaba y comenzaron a acosarlo sexualmente.
Por su importancia, reproducimos íntegramente la publicación de Hector Luis, donde contiene la denuncia de los hechos ocurridos:
“Hoy sentí miedo, mentiría si digo lo contrario. Hoy vi el rostro más negro de la maldad y el lado más oscuro del ser humano. Mi abuela que en paz descanse me contó la historia de terror que vivió una amiga que tuvo, la cual luchaba contra la dictadura batistiana.
Meyi le decían, si mi mente no me falla era así. Resulta que de tantos momentos horrorosos que vivió, en una ocasión que fue apresada en uno de los cuarteles de aquella época, uno de los jefes de policía llamado Ventura, mandó a que abusaran de ella varios hombres para que así ella dijera donde se encontraba Fidel. Recuerdo que en modo de broma le decía yo a mi abuela que esa señora era tonta, que debía haber hablado; sin tan siquiera imaginarme que hoy estuve a punto de vivir ese espantoso momento que tiempo atrás vivió esa mujer.
Sin apenas poder dar un paso fui detenido por un joven vestido de civil y dos oficiales uniformados, no me dejaron apenas transmitir, ni tan siquiera grabar; tampoco podía, ya que desde mi entrada al Mónaco perdí el acceso a los datos móviles. Podía ver en el Cupet que se encuentra situado frente a Villa Marista varias patrullas, policías y agentes de la seguridad del estado; un operativo inmenso sólo para un grupo de jóvenes que solo iban a preguntar por un amigo. Yo por supuesto, iba a reportar minuto a minuto lo que ahí podría ocurrir.
Sin tan siquiera identificarse me montaron en la patrulla 966 y de ahí me trasladaron para la unidad de Aguilera, en el municipio de 10 de Octubre. En cuanto llegué fui bajado hacia los calabozos pero antes desnudado sin autorización alguna para ellos comprobar que no trajera encima ningún dispositivo de grabación. Me pusieron en una celda sólo, según ellos para prevenir que me contagie con el virus, cuándo más que comprobado está el verdadero virus que padece Cuba.
Casi al instante entraron a la celda dos hombres de unos treinta y tantos años, uno de ellos más delgado que el otro, me pareció raro desde el comienzo ya que me habían dicho que estaría sólo. Al momento comenzaron a ofenderme por mi orientación sexual, me decían que mi cara les era conocida de algún sitio; hasta que uno de ellos, el más fuerte, me preguntó que si yo era el pajarito de las redes sociales, la damita que vivía en San Isidro. Al ver que yo no les contestaba comenzó lo que hasta este entonces sería para mí, el capítulo más espantoso de mi vida.
Uno me tomó por los brazos y me pegó a la pared, mientras el otro intentaba tocarme los glúteos mientras me decían en el oído que ellos sabían como tratar a las princesas. Aún siento su hedor, juraría que olían alcohol; no puedo ni podré olvidar el aliento de uno tratando de con su lengua tocar mi cuello. No atiné a nada solo a gritar, apenas me salía la voz entre los sollozos y al escuchar los gritos llegaron dos policías y me sacaron de ahí, uno de ellos sonriendo. Todo era muy turbio, oscuro, como preparado.
Cuándo me subieron para dónde estaba el oficial carpeta pedí hacer la denuncia, a lo que me dicen que: “con que moral iba a denunciar, que lo que yo hacía era denunciable y ellos no me iban a denunciar a mí”.
Una oficial que se encontraba al lado le decía al de la seguridad que “no me hiciera caso, que a lo mejor ese era el resultado a una provocación mía” (chapilla 10117).
Lo único que recuerdo, después de ese momento en el salón fue que miré al oficial y le dije:
Sabes perfectamente lo que sucedió allá abajo porque ustedes mismos lo prepararon, esto es asqueroso incluso para personas de tan baja calaña como ustedes. Saben que en esta mierda de país una denuncia hecha por una persona como yo, que disiente, no tiene validez para ustedes, por eso se aprovechan para perpetuar estos actos mezquinos. Son peores que Batista! Asesinos hijos de puta! De aquí no me mueven más sino es para llevarme a mi casa, ¡me entendiste!.
Creo que ese momento de derroche de coraje o eso trataba de aparentar, los obligó a dejarme en el lobby de la estación hasta que me llamaron para ponerme la multa y un acta de advertencia por violar dispositivos de seguridad. Por supuesto que ninguna de las dos cosas firmé.
¿Qué institución en este país vela por que este tipo de actos realizados a personas que disienten sean penalizados?. Esa pregunta me la hacía una y otra vez en aquel espantoso lugar. Lloré, lloré y mucho, creo que aún lloro por dentro. Siento asco, no de mí, sino de ellos.
Hoy sentí miedo, mentiría si digo lo contrario. Hoy vi el rostro más negro de la maldad y el lado más oscuro del ser…
Posted by Héctor Valdés Cocho on Sunday, June 27, 2021
No tengo deseos de escribir más, espero que me entiendan. Solo quiero dormir y despertar en un país mejor.”