Balsero cubano llega a Miami en su intento 43 de salida de la isla

El balsero cubano Andy Henry de la Torre Gutiérrez logró llegar a Miami el pasado 26 de julio luego de 24 días de arriesgado trayecto, en su intento número 43 de salida del país.

Andy, de 40 años de edad, partió desde el municipio villaclareño de Caibarién junto a otros dos amigos en una rústica embarcación y fueron rescatados por la Guardia Costera de Estados Unidos.

Tres días después de su llegada, concedió una entrevista a la plataforma independiente CiberCuba, donde ofreció detalles de su travesía.

“Pasamos mucho trabajo. Desde que salimos fue de Cayo en Cayo porque había mucho mal tiempo, el océano estaba revuelto. Llegó un momento que nos quedamos sin agua, la garganta la teníamos seca. Cogíamos agua de lluvia, pero cuando no llovía, tomábamos buchitos de agua de sal en pequeñas proporciones para poder mantener hidratados los riñones”, contó.

Indicó que tenía pensado hacerse un tatuaje con la fecha en que llegó, pero desistió en su idea al ver que fue el 26 de julio.

Señaló que desde el 2010 se había lanzado al mar en 42 ocasiones en busca del sueño americano, y que, si no llegaba en esta, la número 43, igual lo seguiría intentando: “Mi vida en ese país no tenía sentido. Tengo unos cartapacios que pienso que no los tenga nadie y debe ser de medio millón de pesos cubanos en multas. Y eran multas y multas, cuando estaba sin trabajo. En una ocasión me metieron ocho meses preso y nunca me dieron el por qué. Me soltaron de repente a los ocho meses y nunca me explicaron por qué yo estuve preso”.

Destacó que fue víctima constante del asedio por parte de la Seguridad del Estado. Durante los peores momentos de la pandemia se encontraba sin trabajo y se dedicó a la venta de sorbetos: “Era multas por todo. Para donde quiera que yo me muevo, es multa conmigo”.

Sobre la odisea sufrida en alta mar, relató que permanecieron varios días sin comida ni agua potable: “Yo les decía a los muchachos, ‘no hablen’, para poder tener energías, porque si se pierde la fuerza, ya pierdes todo. Yo no podía perder el conocimiento. Me he tirado 43 veces y conozco el mar, además mi papá es pescador”.

Asimismo, contó que fueron rescatados por un helicóptero que los trasladó hacia el aeropuerto de Cayo Hueso: “Estaban las ambulancias esperándonos y nos pusieron tres sueros y cinco inyecciones a cada uno. Lo más rico de todo fue que pudimos tomar agua y que nos pusieron unas colchas calientes. Teníamos hipotermia también”.