Elba María Padrón González, es una anciana cubana de 73 años, que estuvo ingresada en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) de La Habana, porque dio positivo al coronavirus, pero afortunadamente logró vencer a la enfermedad.
La señora confesó que en realidad ella no presentó ningún síntoma asociado al coronavirus, pero que la enviaron al IPK porque era una persona que estaba en el grupo de riesgo y porque sospechaban que se había contagiado.
El examen que le realizaron dio positivo y a partir de ahí comenzó a presentar náuseas, vómitos y disminución de la frecuencia cardiaca, algo que preocupó a los médicos, pues la señora padece hipertensión, gota y gastritis crónica.
González no recuerda muy bien lo que sucedió mientras estuvo ingresada, sin embargo, reconoce que estuvo en terapia y que si consiguió superar la enfermedad fue por el personal de salud que la atendió en el IPK.
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Posted by Naturaleza Secreta on Saturday, June 27, 2020
Esta señora quiso expresar su profundo agradecimiento a todos los médicos y enfermeros que la cuidaron en especial a los que estuvieron a su lado mientras estuvo ingresada en terapia.
A continuación, reproducimos íntegramente el relato de Elba María Padrón González:
Yo no me sentía nada, a mí me remiten al IPK por sospechas, al yo llegar allí me hicieron análisis, preguntas, me atendieron muy bien y me ingresaron. Llevaba allí ya tres o cuatro días, los médicos me estaban inyectando, me daban pastillas y yo me sentía igual que cuando llegué; pero empecé a sentirme con nauseas, tuve vómitos, la frecuencia cardíaca y la presión me bajaron mucho, me bajó todo, yo soy cardíaca, hace unos años me dio un infarto, soy hipertensa, tengo gota y problemas del estómago, gastritis crónica, las pastillas que me dieron eran muy fuertes y yo no las aguanté, y de allí me pasaron a terapia, ya no le puedo decir qué paso.
Cuando desperté al día siguiente, abrí los ojos y pregunté qué yo hacía allí, porque me fui para el otro mundo y regresé. Gracias a los médicos, ellos me hicieron vivir y les doy las gracias a ese Instituto por todas sus atenciones buenas, podemos decir que no son médicos, son salvavidas, de verdad. Yo no tengo quejas de nadie, ni de los que limpian el piso, porque allí hay amor y eso es lo que necesita un enfermo. Yo salí de allí muy agradecida.
En terapia yo no quería comer, pero tuve un médico o un enfermero, no sé, que me abría la boca y me daba la comida, me decía: tú tienes que comer, porque tienes que vivir. ¡Cómo en Cuba no hay médicos! Porque aquí se fajan de verdad con el enfermo y luchan porque ese enfermo viva, y allí hay lo principal, amor. Yo salí muy agradecida de allí, de todos, y gracias a este gobierno que tenemos por las atenciones que tiene con los enfermos y eso hay que reconocerlo, ser humano y reconocer eso y al pueblo también hay que agradecerle que ha apoyado al gobierno para vencer la pandemia. Gracias a ellos estoy haciendo el cuento y todavía le hago falta a mis hijos, a mis nietos.