Cubana denuncia que su padre falleció y le entregaron el cadáver equivocado

Mariam García Sánchez, una cubana residente en La Habana, acudió a las redes sociales para denunciar la negligencia que cometió un hospital de la capital con el cadáver de su padre que falleció en esa institución de salud.

Sánchez relató que su padre tenía un tumor en el pulmón derecho y que cuando iban a realizar los servicios fúnebres se percató de que el cuerpo que le habían entregado los funcionarios del hospital era el de otra persona.

Sin embargo, lo peor fue que el cadáver de su padre se lo habían entregado a otras personas y estos lo enterraron prácticamente dos horas después de recibir el cuerpo.

Además, dijo que fue a la policía para realizar la denuncia, pero que le dijeron que no había indicios de delitos, pues se trataba de una equivocación que cometió tanto el personal del hospital como las personas que recibieron el cuerpo.

Esta cubana dijo que va a interponer una denuncia contra el hospital, pues alguien tiene que ser responsable de este error que le ha ocasionado mucho dolor a su familia.

A continuación, reproducimos íntegramente la denuncia de Mariam García Sánchez:

En la mañana del 25 de enero, me enteré por mediación de una trabajadora social que mi papá había fallecido en el hospital Nacional, él estaba indocumentado. Falleció de insuficiencia respiratoria pues tenía un tumor en el pulmón derecho. Esta compañera informa que el deceso había ocurrido el día 21. Enseguida fui hacia el hospital, donde pido reconocer su cadáver y me dicen que no, que tengo que llegar a la funeraria y allí esperar a que lo lleven.

Veo el acta de defunción que estaba encima de la mesa y decía que había fallecido el día 22 a las 3 de la tarde. Nada, hice todos los trámites pertinentes y me dirigí a la funeraria a esperar a mi papá. Alrededor de las 2, ya en la funeraria, espero su cuerpo, a las 5:10 llega el carro fúnebre y, qué creen, no era mi papá. Indignados, mi cuñado se monta en el carro fúnebre para devolver el cuerpo al Nacional y cambiarlo por el de mi papá, pero, ya no quedaba ningún cadáver en la morgue.

Mi cuñado, luego de tanto preguntar y ellos, sin saber dónde estaba, finalmente le dicen que habían cambiado los cuerpos y le habían dado a la familia del que me mandaron a mí, el de mi papá y estos, le habían dado sepultura a las 4:35 pm de ese mismo día. Desesperada tuve que quedarme toda la noche, pensando que tendría solución, pero no, que va. Al otro día, o sea el 26 de enero nos dirigimos al hospital Nacional nuevamente.

Ahí, la jefa del Departamento de Admisión (María) y Martica, jefa de Seguridad Social, me dicen que ellos allí lo atendieron bien, que donde único se equivocaron fue en la morgue. María quería que, en el cementerio de Calabazar, donde fue enterrado mi papá con el nombre de Ovidio, el otro muerto, le entregara el cadáver para que yo no hiciera la denuncia legal, cosa que es un delito. El cuerpo no se puede desenterrar sin una orden de exhumación. Nada, que intentaron persuadirme para que lo dejara todo así y no causarles problemas.

Jamás se detuvieron a pensar en mi dolor, que ni siquiera pude despedirme de él. Ahí en el hospital conversé también con el policía de guardia, Yosvany, quien me comentó que él sabía del caso y conocía a Ulises, mi papá, y había bajado el día 25 a la morgue en la mañana y le había dicho a los que ahí trabajan que le pusieran bien el nombre a la identificación que tenía mi papá en el dedo del pie, puesto que estaba ilegible, cosa que, al parecer, no hicieron, pues terminaron cambiándolo por otro. Cuanta maldad, ya ni respeto hay por los muertos.

De ahí llamaron a los familiares de Ovidio, el otro muerto que me llevaron por mi papá, un hombre de más de 80 años, que venía del psiquiátrico y el cual sus familiares, cuando les avisaron, no quisieron hacerse cargo del entierro y luego, por cargo de conciencia decidieron hacerlo y enterraron a mi papá. Son unos irresponsables, alegan que se parecían. En nada se parecían, Ovidio tenía, reitero más de 80 años, era calvo, de tez entre blanco y mulato, 1.60 de estatura, nariz ancha, orejas grandes, sin dientes, ojos oscuros. Mi padre, medía más de 1.80, rubio de ojos verdes, pelo canoso, piel blanca, barba y bigotes, 62 años, facciones finas.

No se parecían en nada. No estoy acá para hacer conjeturas, pero, esa familia no quería a su muerto desde el principio y no me queda más que pensar que decidieron enterrar a mi papá para salir de eso, puesto que no estuvieron velándolo más de 2 horas. Qué familia no va a conocer su muerto. Por qué hacer esa maldad y no devolverlo. Pero allá arriba hay un dios y cada quien va a coger lo suyo.

El mismo día 26 decidí que quería hacer una denuncia legal para poder recuperar a mi papá y cambiar el nombre, pues estaba enterrado con el nombre de Ovidio. Me dirigí a la estación de policía del Capri, donde no me quisieron recoger la denuncia y me mandaron para Santiago de las Vegas. Allí me recogieron la denuncia y me llevaron de vuelta para el hospital.

Ya en el hospital, cuando llegamos, no había ningún directivo. Había un muerto perdido y a nadie le importaba. La oficial que tomó mi denuncia contactó con los familiares de Ovidio y los citó, ya eran las 7 de la noche cuando regresamos a la estación policial y allí estaban ellos tan campantes. Tuvimos una discusión, puesto me dijeron que ellos eran muy parecidos y la oficial decidió dejarme afuera mientras ella los interrogaba. Ya sobre las 9:00 pm, me vuelven a llamar para darme una respuesta.

Les pregunto cómo iba a quedar todo y me dicen que mi papá estaba en un psiquiátrico cosa que no es cierta, era el otro muerto y que ellos dijeron que se equivocaron, que se parecían. Insultada les dije que no, que eso no era cierto y la mayor de la unidad, me gritó y me dijo que sí, que se habían equivocado y que eso no era un delito, claro, porque no era su mamá la de la equivocación, que eso era solamente un daño sentimental.

Nada, que aún no resuelvo, mi caso se lo dieron a la capitana Yanet, de Alta Habana y aún no sé de ella. La he llamado en reiteradas ocasiones y nunca está. Tampoco han ido al hospital a seguir las investigaciones. Ayer finalmente, pude hacer los trámites y cambiarle el nombre. Qué triste ver el pedazo de tierra colorada, la cruz que tiene puesta con el número 27, cruz que tiene varios tachones, al parecer, porque le cambian los números con pintura.

Luego de tantos días de carrera, de sentimientos encontrados, de dolor, ya sé dónde está mi papá, pero también sé que no está descansando en paz como merece. Como que todo quedó ahí y yo quiero, deseo, necesito que me den el cadáver de mi papá. Está enterrado en la tierra, en un lugar sumamente feo, lejos de todos los que lo conocieron, lejos de mí. No me pude despedir, apenas he podido llorar y nadie me da respuesta.

Mañana voy a cambiar la denuncia, no me interesa quien va a salir perjudicado. Ya no va a ser negligencia, acuso al hospital Nacional por daños y perjuicios y negligencia médica. A dónde vamos a parar, ya ni un muerto se puede llorar y velar en paz. Mis niños lloran porque no pudieron despedirse de su abuelo y a nadie le importa. Por favor, los que me conozcan y los que no, compartan, para que llegue donde tenga que llegar y se acabe de arreglar esta situación que hay en Cuba donde ni respeto hay por un muerto.