El reconocido humorista cubano Nelson Gudín Benítez, más conocido por su personaje de El Bacán, publicó en sus redes sociales un poema en el que menciona los apellidos de varios ministros de la isla.
Los seguidores del humorista cubano le han enviado una gran cantidad de mensajes en los cuales lo felicitan por su gran talento y por este ocurrente poema: “Apellidos que matan”.
Tiene lógica el mierdero
que existe en el suministro
de viandas pues el ministro
de agricultura es “Rollero”./
Y si el actual derrotero
persiste en lo mercantil
llegaremos al tres mil
en similar situación
pues la planificación
está en las manos de un “Gil”.
Está muy mal el Mariel;
y sí la deuda empeora,
una posible mejora
se quedará en el papel.
El futuro será cruel
pues “Trump” aprieta la tuerca.
Y la asamblea es tan terca
con sus “Malas” desiciones
que dejó las inversiones
en manos de otro “Mal (mierca)”.
APELLIDOS QUE MATANTiene lógica el mierderoque existe en el suministrode viandas pues el ministrode agricultura es …
Posted by Nelson Gudín Benítez on Saturday, August 22, 2020
Tras este poema el popular humorista aclaró:
No hago debates en las redes sociales (Facebook en específico). La gente comparte estados de ánimo, criterios de diversa índole, recetas, modas, videos raros, promociones, etcétera. Yo me limito a compartir algún poema o narración literaria para promocionar mis libros (publicados en Cuba o en el extranjero); o chistes y décimas que, en estos tiempos de aislamiento, se me van ocurriendo; o chistes de otros que me resultan ingeniosos.
Ultimamente se han hecho virales algunas de mis pubicaciones y me he quedado impresionado con la cantidad de idioteces que sobre mí comentan los intolerantes de ambos bandos: de un lado, seudorevolucionarios amargados que no ven más allá de su aldea y sin los suficientes cojones, ni obra, ni argumentos para sostenerme (fuera del marco humorístico) un debate ideológico, político, filosófico o simplemente delimitar entre las secuelas que van dejando el bien y el mal; por el otro, anticomunistas envenenados por la nostalgia o la desesperanza tratando de sumar adeptos y, por si fuera poco, medios digitales de dudosa factura y credibilidad, mal interpretándome al vuelo, y corriendo las aguas a su favor. Yo no les pertenezco ni a unos, ni a otros.
Desde hace mucho tiempo, decidí vivir en una pequeña finca alejado y libre. Trabajo la tierra y me rodeo de caballos, vacas, gallinas, cerdos, carneros, perros. Asumo los acontecimientos políticos, sociales, históricos, desde el ángulo de la gente común que no decide o ideologiza. Según entiendo: lo oficial está condicionado a posiciones de partido, a poderes. Lo oponente, para hacerse de algún terreno, implicaría responsabilidades éticas, morales, compromisos de clase y de actuantes, cosa que no veo por ningún lado. Aún así, ambas fuerzas, en un cambio de roles, terminan sobrevalorando lo épico y disminuyendo el factor humano, natural, simple, doméstico de las mayorias. Hay una parte del pensamiento apenas dicho o notado; contradicciones filosóficas reprimidas, sueños deshechos y miserias morales a los que solo tiene acceso el individuo en sus cuestionamientos, en sus soledades. Son esas las pequeñas cosas que me limito a escribir desde el sarcásmo, la sátira o lo irónico.
El que quiera saber como pienso, que vaya a mis libros, o busque los cientos de guiónes que durante décadas he escrito. No coman más pinga defendiendo posiciones políticas ni corrientes ideológicas que para eso están los poderosos de ambos lados. Los verdaderos políticos de Cuba o de Miami están demasiado atareados con lo que les corresponde como para estar preocupados por las mierdas que se me ocurren para reír en medio de la pandemia y el encierro. No jodan más. Posiblemente los jefes a los que me he referido en alguna ocasión estén ahora dándose cuero por la ocurrencia (claro, hasta que también les toque lo suyo), y ustedes comiendo morronga analizando mi inclinación política.
Yo soy un comediante no un comandante, ni un ministro, ni un representante oficial de nadie. Yo hablo desde la chanza, la burla, lo risible, no desde una tribuna. Yo me río hasta de la madre que me parió sin pedir permiso. Yo no tengo filiaciones políticas ni religiosas. Mis preferencias políticas se limitan a un tipo común: Cuando llegan los mandados a la bodega y las medicinas para mi enfermedad (que me mantienen vivo desde hace una pila de años, y me las dan gratis), veo la mesa redonda en vivo y después la retransmisión. Cuando se va la corriente o quitan el agua me da por hablar mal del gobierno, pero entonces mi esposa me recuerda lo pendejo que soy: que para tumbar al gobierno hay que alzarse para las montañas donde hay ranas y arañas pelúas, y ratones, y majá de santa maría. Entonces se me va pasando y pienso que yo soy solo un poeta con un ligero empingue coyuntural; que mejor es dejarle esos peligros de los derrocamientos a Marco Rubio, o a Otaola que se ven más preparados y robustos para la vida inhóspita.