Emma Gronlier Blanco, una cubana residente en el municipio Marianao en La Habana, se quejó por el pésimo estado que presentaba el picadillo de soya que le vendieron mediante la libreta de abastecimiento, informó CubaNet.
La señora se mostró indignada porque cuando compró el picadillo se percató que le producto presentaba una coloración muy rara y mostraba claros síntomas de estar en mal estado y no apto para el consumo humano.
Blanco dijo que eso era lo único que ella tenía para comer y que consideraba una falta de respeto que vendieran ese producto a la población sabiendo que muchos niños y personas mayores están obligados a consumirlo por necesidad.
“Yo no puedo comerme esto, díganme a dónde voy yo con este picadillo, porque yo soy madre de una familia y tengo dos nietas chiquitas. El picadillo lo fui a sacar hoy a las nueve de la mañana a la bodega y miren cómo está, tú crees que yo se lo puedo dar a mis nietas. No es justo que vendan esto a la población, si no le echaron agua entonces está en mal estado. Con esto no puedo contar para comer”, declaró.
La mujer dijo que ni se le pasaba por la cabeza darle eso a sus nietas ni a nadie de su familia porque temía que se enfermaran y exigió a las autoridades de la capital que retiraran el producto de las bodegas.