El cubano Raúl Montejo utilizó las redes sociales para hacer un recuento de la gran carrera profesional de la actriz Broselianda Hernández y para rendirle tributo a su memoria por el gran legado que dejó.
Montejo contó algunos de los personajes más importantes que interpretó Broselianda durante su vida y explicó por qué se hicieron tan populares entre el público y por qué aún son tan recordados.
A continuación, reproducimos íntegramente este homenaje a Broselianda Hernández:
La primera vez que la vi, fue en una telenovela llamada “Cuando el agua regresa a la tierra”. Yo era un adolescente, y para ser honesto, el argumento no me gustaba. Me parecía deprimente el ambiente de la Ciénaga de Zapata, donde se desarrollaba la trama. No me interesaba la historia de aquel abuelo que se negaba a abandonar ese humedal inhóspito al sur de Cuba.
Pero con su nieta era otra cosa. Me aprendí el nombre de la actriz que la interpretaba: Broselianda. Esa es una de las palabras más hermosas que he escuchado. Es como hablar de una flor exótica, o de la protagonista de un soneto de Shakespeare.
En aquella telenovela, ella era una visión enérgica, muy bella, y muy libre. Me seducía con su irreverencia, su desenfado, su risa y sus ojos. Su voz me parecía hermosa, única. A mi modo de ver, Broselianda no necesitaba esforzarse para que sus actuaciones fueran creíbles, sino que se enfrentaba a los personajes, les hablaba para conocerlos, los seducía, y los hacía morirse por ella.
En la película “José Martí: el ojo del canario”, interpretó a Leonor Pérez. Es sabido que, en Cuba, los héroes son siempre idealizados como entes distantes, sin manchas, etéreos. Pero Broselianda se convirtió en la madre del más ilustre de los cubanos, y una a una le arrancó todas las cobijas al mito, para traernos simplemente a esa mujer llamada Leonor, y nos la presentó como alguien humano y alcanzable.
En aquella serie de televisión titulada Doble Juego, Broselianda no actuó, sino que agarró a una madre alcohólica y llena de demonios, e hizo de ella una disección inolvidable. Se colgó de sus huesos y se vistió con su piel. El resultado fue un personaje infame, de una oscuridad insondable. El clímax de los modos en que Broselianda hacía arte, llegó en esa escena magnífica en la que le da una paliza atroz a su hija. Recuerdo la expresión inhumana, sádica, de su rostro, diciéndole a la muchacha: “Te voy a matar, cabrona”.
Los matices de aquel carácter, y el despliegue histriónico de la actriz tuvieron un efecto revelador en el público, y pusieron al sol las llagas abiertas en la piel de una sociedad aparentemente perfecta, en la que los medios hablaban de violencia doméstica en susurros, o como cosa del pasado, y donde no se admitía que existían madres alcohólicas que, no solo en la televisión, llegaban a destrozar el cráneo de sus hijas contra una escalera.
Ser actriz, adueñarse de otras vidas y vivirlas, era más bien un prado donde la niña que era Broselianda se soltaba los zapatos y corría a chapotear en los charcos y empaparse en la lluvia.
Actuar era, a lo mejor, su mejor modo de decir. Su interpretación no tenía que ver con convertirse en alguien más, sino con utilizar la oportunidad de representar a otros para hablar de sí misma.
En una entrevista, dijo que amaba la obra de Federico García Lorca, y, sobre todo, al personaje de Yerma. Quizás es Broselianda, y no Yerma, la que hoy nos grita los versos de Lorca: “Hay cosas encerradas detrás de los muros, que no pueden cambiar porque nadie las oye”.
La conocí en una telenovela, hace ya tiempo, a través de la pantalla de un televisor. Me enamoré de aquella muchacha rebelde, alocada, sublime, que siempre aparecía rodeada del agua infinita de la ciénaga de Zapata.
CUANDO EL AGUA REGRESA A LA TIERRA.La primera vez que la vi, fue en una telenovela llamada “Cuando el agua regresa a…
Posted by Raul Montejo on Wednesday, November 18, 2020
Esta mañana la han sacado del mar, sin vida. Aunque parezca que hoy se marcha, yo sé que, al contrario, Broselianda está regresando.
Autor: Raúl Montejo